Via email, he recibido un archivo pdf que contiene un texto con el que no podría estar mas de acuerdo, por lo que he decidido reproducirlo en el blog para poder difundirlo. Por desgracia en el pdf ninguna persona u organización se atribuye la paternidad intelectual del texto, así que no puedo citar la fuente.
Apoyando una exigencia de todos los españoles por encima de las ideologías
Buscando entre las muchas causas del pésimo gobierno y la corrupción que sufrimos los españoles una destaca por encima de todas: el sistema electoral de listas cerradas.
La actual ley electoral que impone la elección de gobernantes mediante listas cerradas ha conseguido que la política española esté regida por el nepotismo, por el favoritismo hacia amigos y familiares, por la obediencia a los líderes del partido y por la prioridad de los intereses particulares de las formaciones políticas y de sus miembros sobre la seguridad y el bienestar de los ciudadanos.
Observaremos el domingo 22 de mayo de 2011 en que consiste este nefasto sistema de listas cerradas: cada vez que vamos a votar, nuestra única libertad es determinar el partido que nos va a gobernar. En un primer momento esto podría parecer suficiente para garantizar el buen funcionamiento de la democracia. No es así. Elegimos el color del partido que nos gobierna pero no quienes son las personas que realmente van a gestionar la vida pública.
No es sino aprovechándose de esta brutal restricción a la libertad de elección de los ciudadanos como los mandamases políticos (que confeccionan las listas electorales a puerta cerrada y en función de sus intereses particulares) pueden imponer a los ciudadanos cualquier alcalde, diputado, senador o ministro. Da igual que sean individuos honestos y competentes o inútiles y ladrones. Las personas que nos gobiernan en pueblos, ciudades, comunidades autónomas y en el parlamento nacional saben muy bien que su posición privilegiada depende más de su lealtad al líder que de su servicio al pueblo. Y, precisamente porque saben que sus privilegios no dependen de la voluntad popular, pueden permitirse incumplir sus promesas, mantener a colaboradores corruptos en el poder y establecer leyes para su propio beneficio.
Inmensa es la mayoría de ciudadanos españoles que, sin distinción de su ideología o tendencia política, quiere tres cosas:
1. Que los gobernantes sean elegidos entre aquellas personas más competentes, honestas y capacitadas para la gestión pública.
2. Que los gobernantes dejen de lado el enfrentamiento pseudo-ideológico, la crispación y la demagogia (siempre una coartada para desviar la atención de su incompetencia) y busquen soluciones prácticas y eficientes a nuestros problemas e inquietudes.
3. Que, para garantizar lo anterior y hacernos responsables de su cumplimiento, se establezca un sistema electoral de listas abiertas.
Endiosada, la clase política española se revuelve ante esta demanda que desde la Transición ha ido creciendo en el seno de nuestra sociedad. Como ante muchos otros cambios profundos que minan su poder, cuando se plantea esta reforma los políticos desvían la atención con conflictos de importancia menor, la descartan por sus supuestas limitaciones prácticas y la acusan de inutilidad.
Todos estos argumentos son, sencillamente, falsos. Las listas electorales abiertas son un sistema electoral perfectamente viable. Es el sistema de elección democrática utilizado en países como Brasil, Chile, Finlandia, Holanda, Suecia, o Suiza.
No se que pensareis, pero la apertura de este debate en el contexto actual de #spanishrevolution me parece muy positiva y, con independencia de que organización o grupo acabe capitalizando finalmente las movilizaciones, espero que toda esta corriente de activismo y reivindicación cristalice en una reforma de la Ley Electoral y la Constitución que otorguen a los españoles un mayor grado de Democracia.